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14 de noviembre

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 Hoy no tengo discursos compensatorios. No pondré rosa a la acuarela de grices tristes: -que el blues sea blues. Me quiero matar, lo deseo. Quisiera, por hoy, no cargar con la presión de ser un humano responsable. Me quiero matar, no hay peros: -Me quiero matar.

10 de noviembre

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Voy a dejar que muera esto, pero en silencio. No quiero marcharme azotando una puerta o dejando un grito atrás. Quizá un día me alegre de verte como antes. Dejemos que todo muera,  este cariño, mi pena y su resentimiento. Porfavor, digamos adiós sin decir nada.

9 de noviembre

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Está claro que soy un romántico. Las cosas no suceden hasta que mi mente explota y mi corazón arde en llamas. Vivo con un revolver imaginario detrás de la nunca. Mírame, estoy sosteniendo un cigarro contra el resplandor de un neón turbio. Camino dentro de un plano americano y la medida de mi día es 16:9. Siempre al borde, agarrando todo más allá del mango, con el filo entre mis dedos temblorosos. Te quiero completamente  encadenado, como en una novela coreana o viviendo los colores de una canción de Mac Miller. Mierda, en verdad te quiero.

8 de noviembre

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Me gustan ver por la ventana.  Es un momento en que la realidad se muestra como una pintura dentro de su marco.  Allí afuera las personas no se detienen, y mirar es como no mirar realmente.  Pero desde aquí la visión toma un nuevo significado, aparecen los detalles.  El mundo por una ventana se siente grande y reflexivo, con pliegues de diferentes colores, bello e inofensivo.  Desde mi ventana te estoy viendo ¿Qué?  Desde mi ventana solo hay casas ¿Y tú dónde?  Nada, solo apareces superpuesta a estas imagenes.  Pensar casi siempre me lleva a pensarte, a extrañarte y tambien a odiarte.  Yo no sé si eso sea amar, pero seguro que es desear.  El mundo es así, con imágenes que traen otras imágenes: se atraen y repelen. Yo solo estaba viendo casas, y el lienzo te pintó finalmente. 

7 de noviembre

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Casi siempre construir resulta más difícil que destruir algo bello. Es una ley que, como toda ley, oculta sus escasas excepciones. Desear, por ejemplo, es un capricho muy sólido en el amor. Puedo reunir toda la voluntad del mundo, pero cuando mi razón toca su llama esta se transmuta y la aviva. Desearía no desear, no desearte. Pero aquí la magia es poca, y la mejor herramienta se llama "largo tiempo". Tiempo al tiempo, claro.  Estoy ansioso por ver sobre el hombro del verano. Espero encontrarme siendo otro, quizá enamorado, pero contento. Amando ese deseo, con una fina mano entre mis manos y una sonrisa en el rostro. Por ahora haré silencio y dejaré que el otoño pase a través de mis ojos, hasta no verte o verte muy poco.  Sí.